Las cosas se iban poniendo complicadas y tensas por la salud de mi abuelo. Mi mamá se permitió ir a visitar a mi hermana una semana, en ese entonces la salud de mi abuelo pues ya se notaba más y más delicada. Pero de alguna forma parecía estable. Ella se debatió mucho de irse, porque todos los que apoyaban en cuidar de mi abuelo, pues ya se encontraban agotados, fisica y mentalmente. Pero aún así, ella viajó, porque mi hermana ya había pagado su vuelo, se decidió muy apenas a ultima hora, porque le fue muy dificil ya que sabía que haría falta aquí. En esa semana me comprometí a estar presente en casa de mis abuelos, para apoyar en lo que pudiera. Aunque al principio me quejé, aun así di de mi parte para cumplir con estar allí.
Mi mamá se fue un viernes y yo estuve yendo a casa de mi abuelo, desde entonces, hasta el lunes. El martes, ese día no fui a casa de mis abuelos, porque quise quedarme para estar al pendiente de un paquete que esperaba que me llegara ese día. También lo aproveché para hacer algo en mi casa, pero el paquete nunca llegó. Precisamente ese día que no fui, por mensaje me voy enterando que habían internado a mi abuelo en el hospital, porque se había puesto muy mal. Todas las defensas se le habían bajado, se descompensó de todas las vitaminas que un humano básicamente necesita para estar saludable, minerales, potacio, magnesio, omega, etc.
Lo internaron el martes, precisamente de semana santa, como a las 5 - 6 pm. A partir del miércoles estuve yendo al hospital y mi mamá regresó el sábado de semana santa. Ya desde entonces mi mamá también respaldó a mis tíos que estuvieron en el hospital con mi abuelo. Y la semana siguiente pues parecían haber mejoras, pero no del todo.
El martes o miércoles no recuerdo bien qué día fue... pero creo que de nuevo fue martes que mi abuelo volvió a empeorar. Ese día fue cuando subí al tercer piso del hospital para visitar la capilla. Ahí estuve un rato rezando un rosario y al terminar y volví a bajar al segundo piso que es donde estaba internado mi abuelo, llegando a su habitación me voy enterando que mi abuelo se había puesto muy mal. De repente no pudo respirar, el oxígeno se le bajó mucho y prácticamente por esa crisis, perdió la consciencia por un rato. Todo eso pasó en ese rato que estuve en la capilla y me doy cuenta que esas dos ocasiones en que pasaron esos momentos clave con mi abuelo, fueron precisamente en momentos en los que yo no estuve presente.
El día en que lo internaron y este día en que le pasó esta crisis. Después de esto, mi abuelo se veía ya más débil y ya casi no lograba hablar. Él ya estaba harto de estar allí, con las enfermeras molestándolo para picarlo. Todo ese tiempo tenían que pasarle por intravenosa las vitaminas que se le habían bajado, y suero. Los brazos de mi abue ya estaban muy lastimados por las agujas. Y en algunas ocasiones llegaron a picarlo mucho porque no le encontraban la vena.
Ya les decía que lo dejaran en paz, les respondía mal. Entonces mis tíos apresuraron para averiguar cuando podían dar de alta a mi abuelo. Todavía se quedó el miércoles en el hospital, porque esperaban a que fuera el doctor que lo estaba tratando. Ya no veían caso que siguieran martirizando a mi abuelo. Así que, el jueves fue que ya le permitieron volver a casa.
Ya era claro que cada vez mi abuelo iba debilitandose y que ya no había ya mucho que hacer, unicamente el darle calidad de vida. El Domingo ya nos da un "veredicto" el doctor, de que ya era cuestión de tiempo que mi abuelo se fuera. Ese veredicto fue en la mañana y entonces mi mamá empezó a avisarles a todos. Incluso a los que estaban a distancia.
El doctor incluso le dio 12 horas aproximadamente pero que no era nada preciso. Podía durar más tiempo: una semana, un mes, incluso un año. Pensamos que sería ese día. Los que estaban a distancia viajaron inmediatamente, temí que algunos no alcanzaran a despedirse y que mi abuelo se les adelantaría, que no duraría mucho tiempo.
Pero luego de que llegaron los de la cdmx, entre ellos mi hermano mayor, y mi abuelo vio que estábamos ya algunos reunidos, como que eso lo reanimó. Llegaba más de la familia y milagrosamente mi abuelo pasó esa noche. Al día siguiente, el lunes, llegó mi hermana.
De hecho todos nos quedamos esa noche, velando por mi abuelo hasta que vimos que si lograba pasar esa noche y nos quedamos durmiendo allí todos en su casa. Con mi hermana se puede decir que estábamos casi completos. Todavía faltaban algunos de mis primos, pero ya éramos prácticamente mayoría.
Sorprendentemente el vernos a todos reunidos y acompañándolo, además de otras visitas especiales que llegaron con mi abuelo, eso le dio algo de fuerzas para aguantar unos cuantos días más. No desaprovechamos nada y atesoramos esos últimos días. Mi abuelo comió bien durante ese breve lapso, de repente agarraba fuerzas para hablar.
El miércoles, de esta semana que pasó, fue el día definitivo. Cuando veíamos que mi abue se iba apagando poco a poco, nos juntamos en su habitación. Me dijeron que el único nombre que logró pronunciar bien fue el mío. Cuando me llamó para que me acercara a él. Cada uno se dio el tiempo de tomar su mano, y de darle cariño. Yo tuve mi momento. Y cuando ya era preciso, fue que nos despedimos cada uno. Antes no pensaba que fuera a ser capaz de despedirme. Ya que cuando falleció mi abuelita, allí si no me di tiempo de acompañarla en sus últimos momentos, ni siquiera cuando la desconectaron pude decirle algo. No pude despedirme de ella. Esta vez fue distinto. Esta vez si pude despedirme de mi abuelo y me quedé muy contenta conmigo misma.
Más contenta estuve cuando escuchamos las ultimas palabras de mi abue, que nos dijo a todos que estaba muy feliz. Estuvimos cantándole y poniéndole sus canciones favoritas, despidiéndonos de esta manera.
El oxígeno ya no llegaba bien a sus pulmones, el enfermero que lo estuvo asistiendo desde antes de ser internado, estuvo allí siempre con él, hasta sus últimos momentos. Se habían estado llevando tanques de oxígeno para mí abuelo. Estuvieron ayudándolo a respirar hasta el último minuto. Ya hasta cuando mi abuelo dijo que ya no quería que le dieran más aire, poco después fue que falleció.
Nunca antes experimenté algo como esto, ver de cerca como un ser querido se va apagando poco a poco. Ver que su vida se iba yendo cada vez más. Ver su mirada irse apagando más, verlo más y más agitado. Hasta que dejó de respirar.
Ha sido duro, pero a la vez he vivido una experiencia inolvidable, lo viví junto con mi familia. Triste, pero esperanzador. Dificil, pero me quedé en paz cuando supe que él estaba en paz y que así se fue. En paz.
Falleció el miércoles 19 de abril a las 8:46 pm. Más tarde llegó la ambulancia para llevarse su cuerpo. Al siguiente día, el jueves, fue un día largo en el funeral, recibiendo todas las condolencias de familiares y personas que apreciaron a mi abuelo. Nos hubiéramos querido ahorrar eso, porque la idea fue cremarlo, pero mi abuelo fue una figura publica en La ciudad, por su carrera como locutor que fue exitosa y muy reconocida.
Primero por ser locutor, pero sobretodo al ser cronista de beisbol, eso digamos lo hizo muy "famoso" en esta ciudad. Así que a todas esas personas que lo conocieron en su trabajo, simpatizantes y amigos, pues les permitmos despedirse e igual aprovechamos ese momento para igual despedirnos de verlo por última vez.
El sábado fue la misa con la urna de las cenizas presentes y después de llevarlo a las criptas de la Catedral. Allí ya lo depositamos junto a la urna donde descansan las cenizas de mi abuelita. Y también las de una tía, que fue una bebé que nació sin vida.
La partida de mi abuelo obviamente me marca con mucha fuerza, primero, porque era el único abuelo que me quedaba. Ya todos mis abuelos, paternos y maternos ya no están. Segundo, porque mis abuelos maternos era con quienes más viví momentos y recuerdos.
Para mí, una parte de mí vida terminó, esa donde mis abuelos vivían. Los dos se fueron y me marca para siempre. Me resisto a empezar esta nueva etapa de mi vida en la que ellos ya no van a estar. Que ahora tendré que adaptarme a que mi abuelo ya no estará, así como tuve que hacerlo cuando mi abuelita se fue.
Definitivamente mi vida ya no será la misma. Yo misma, ya no seré la misma. No sé en qué persona me converité a partir de esto... todavía no quiero saberlo. No quiero aceptar aun que todo será distinto. Un duelo no se vive pocos días o después del funeral o de sepultar sus cenizas... se sigue viviendo mientras aprendes a adaptarte a la ausencia de ese ser querido que te dio tanto. Con quien viviste tantas cosas.
Pensé que igual está vez no lloraría, porque con mi abuelita no lloré cuando se fue... mas bien como que solo quedé en shock. Le lloré solo hasta cuando fue mi cumpleaños y fue definitivo que ella ya no estaba.
A mi abuelo lo lloré después del funeral, ya cuando estaba en mi casa. Mis hermanos seguían llorando y al verlos tan afectados pues igual no me pude aguantar más. Me aguanté todo ese día en la funeraria, pero allí no pude más.